domingo, 3 de abril de 2016

Like strangers

Últimamente adolescentes y niños tienen acceso a Dispositivos y Smartphones, y consecuentemente ello, a Redes Sociales e información, cada vez a más temprana edad. Sus padres aducen que los tiempos cambiaron, que se sienten más seguros si se encuentran permanentemente comunicados con ellos, y que no significa "la gran cosa" en la modernidad en la que hoy vivimos. Y si bien es cierto que esta es una herramienta que nos permite un sin fin de funciones y comodidades de las que antes no disponíamos, pareciera ser denominador común que la gran mayoría olvida lo inmensamente abarcativo que puede ser el mundo que nos ofrece Internet.

Recientemente, me he topado con varios casos de jóvenes mujeres que denuncian diversos tipos de acosos de personas que ni siquiera conocen, y que no tienen forma de reconocer. Adolescentes entradas en pánico por no saber si quien las habla está realmente observándolas o no, si saben dónde viven, o qué datos certeros conocen de ellas. Y su miedo es entendible, porque ¿cómo se combate a un enemigo sin rostro?


No subas tus fotos a las redes sociales, mira donde pueden acabar


Y si bien el hecho de compartir cierta información personal no le da derecho a alguien a usarla con fines extorsivos y/o amenazantes, no hay que perder de vista que nunca sabemos quiénes nos están observando del otro lado

Compartir nuestras vivencias, nuestras experiencias, y nuestros pensamientos con el Mundo, y que el mundo "nos conteste" y corresponda mediante un "like" o un comentario de aliento o adhesión, parece una idea sumamente atractiva. Mostrar nuestro cuerpo, nuestras pertenencias, y nuestra forma de vida, en búsqueda de aprobación, también pareciera serlo. Como si una publicación "exitosa" nos abriera un cupo en una sociedad donde un "distinto" difícilmente consiga encajar. Como si la cantidad de seguidores o likes fuera determinativo de Amistad, y no de Popularidad...


En los principios, las personas experimentaban un acontecimiento que consideraban importante y decidían compartirlo en las Redes. De un tiempo a esta parte, las personas pareciera que viven cosas para poder subirlas a Facebook.

Me pasó que después de mucho inventar excusas para no asistir (mi espíritu ermitaño suele ser más fuerte que mis ganas de quedar bien con alguien), finalmente accedí a juntarme con un grupo de amigas que no veía desde hacía mucho tiempo. Llegado el momento en que la comida estaba lista, alguien propone "una selfie" para retratar el acontecimiento. Se acomodan las personas y los elementos sobre la mesa, para que quede todo bien vistoso, y se procede a sacar la tan ansiada foto. Filtro va, filtro viene, subidas y etiquetas, la foto se sube a no menos de 3 redes sociales. "#ConEllas #Reencuentro #Amarlas". Comentario va, comentario viene. Todas en la misma sala, en el ansiado encuentro, dialogando entre sí a través de una Red Social... cuando se tenían a "una levantada de cabeza" de distancia. Pensé, ¿nos juntamos para vernos, o para que los demás vean que nos juntamos?

Y en la carrera de ser más, en la carrera de quiénes consiguen más likes, favs, matchs, o lo que fuera, perdemos la objetividad de pensar en qué cosas estamos compartiendo y con quiénes. Aceptamos a tal porque sabemos que es el primo del hijo del vecino, a quién no conocemos realmente, pero ¿qué puede salir mal? Agregamos a tal porque "nos pareció lindo/a" y queremos saber qué hace de su vida. Y así vamos, por la vida, aceptando subjetivamente a gente que no conocemos, y que ni siquiera sabemos si son personas reales o imbéciles malintencionados detrás de un monitor, sin tener noción alguna del peligro latente que ello pueda implicar.

¿Se pusieron a pensar en cuántos hábitos y datos de nuestra vida cotidiana compartimos con quienes NO conocemos? ¿Se pusieron a pensar en cuántas personas que no conocemos podrían encontrarnos hoy en día, si se lo propusieran, en base a los datos que nosotros mismos les ofrecemos? ¿En qué momento nuestra integridad física y emocional pasó a ser menos importante que un like

Porque se puede disfrutar de una Red Social compartiendo infinidad de contenidos sin involucrar nuestra intimidad. Porque está en nosotros elegir qué compartimos con cualquier persona y qué con amigos, sencillamente configurando debidamente nuestra privacidad. Porque no importa que éstas cosas no debieran pasar, o cuánto creamos que a nosotros no nos va a tocar; éstas cosas pasan, y más vale prevenirlas que lamentarlas. Porque está en los padres hacer tomar conciencia a sus hijos de los peligros que corren ante gente corrompida y enferma que abusa de su ingenuidad. Porque el precio de no hacerlo, puede ser nuestra tranquilidad. Y sobre todo, nuestra seguridad.



No hay comentarios.:

Publicar un comentario